
Disfruta cada segundo de tu presente. El futuro será presente en algún momento.
El otro día vi una de las típicas fotos que circulan por Facebook que me hizo pensar lo cierto que resultaban las frases que la acompañaban:
Depresión: exceso de pasado
Ansiedad: exceso de futuro
Vivir en presente es estar en PAZ.
Es una de las muchas imágenes que ves y piensas: “¡Cómo me gustaría haberla inventado yo!” ¿No os pasa eso con muchas de las cosas que os llegan por Facebook?
Me hubiese encantado ser el creador de esa imagen, pero en cuanto empecé a pensar en el mensaje me di cuenta de que esa ha sido siempre mi filosofía de vida. Nunca me he aferrado al pasado para llorar por lo que podría haber sido y tampoco he pasado horas muertas preocupándome por lo que puede suceder. Cuando he tenido un problema por delante, siempre lo he dejado arrinconado en una parte de mi cabeza que me permite olvidarlo hasta que llega el momento enfrentarme a él para solucionarlo.
Eso siempre me ha funcionado en problemas del día a día, de esos que cuando surge uno de verdad te das cuenta de que no tenían importancia. Sin embargo, cuando aterrizamos en Holanda tuvimos muchos días en los que me fue imposible hacer esto y vivía en un constante exceso de futuro. Una y otra vez mi mente empezaba a visualizar lo que sería el resto de mi vida y una profunda tristeza llenaba mi corazón. Cada vez que pensaba en que mi vida no volvería a ser la misma se me caía el alma a los pies y se me hacía un nudo en el estómago que no me permitía respirar. No sé si sería ansiedad o simplemente tristeza, pero era una sensación que no quería seguir teniendo y pronto empecé a plantearme que no me ayudaba en nada pensar en el futuro. El exceso de futuro me estaba haciendo daño. Por mucho que pensara en lo que sucedería a partir de ese momento, no podría solucionar el problema. Lo único que conseguiría era llenar mi corazón con más tristeza. Me forcé, me obligué a no pensar en que lo sucedido afectaría al resto de mi vida y me convencí de que habría cosas distintas, pero muchas otras seguirían igual. No tenía sentido vivir en el futuro, donde no sabía lo que podría suceder. Lo único que tenía sentido era vivir el presente, el día a día, y hacerlo de la mejor manera posible. En ese momento decidimos que habría cambios obligados que tendríamos que asumir, pero no teníamos por qué buscar más cambios de los necesarios. No teníamos que renunciar a salir con los amigos, a disfrutar de una buena cena romántica, a las reuniones familiares,… a vivir. Aterrizar en Holanda nos obligaría a dedicar mucho más tiempo a conocer el país y tendríamos que ir a sitios con los que no contábamos antes: distintos colegios, visitar al neuropediatra en lugar del pediatra,… pero en Holanda también se reúnen las familias, salen los amigos y también hay cenas románticas. Todo eso seguiríamos teniéndolo y querríamos disfrutarlo tanto o más que antes.
Contado en unas pocas líneas puede parecer mucho más fácil de lo que fue. La verdad es que fue muy difícil, pero lo realmente importante es que funcionó. Dejamos de preocuparnos por lo que pasaría mañana y empezamos a disfrutar de nuestro pequeño holandés cada segundo. Tuvimos que hacer un gran esfuerzo para remontar, pero el primer paso fue querer hacerlo. A partir de ese primer paso llegaron otros muchos, pero no consigo recordar su orden. Fueron muchos los pensamientos positivos que pasaron por mi mente para empezar a disfrutar del día a día, pero me es imposible decir cual llegó primero. Sin embargo, si que puedo destacar el más importante: Luis era un bebé recién nacido y llegaría el día en que necesitaría muchas ayudas, pero de momento era un bebé y podría disfrutar de él como cualquier padre puede disfrutar de su hijo durante los primeros meses de vida. De un bebé no esperas que hable, que gatee, que camine. Ni siquiera que sonría o que te mire si estamos hablando de sus primeros días. Ya llegaría el momento en que comprobaríamos si Luis podía gatear, hablar o caminar, pero de momento podíamos disfrutar de tenerlo en brazos, alimentarlo y darle cariño. Si el primer paso para remontar esa situación fue querer hacerlo, el pensar que podíamos disfrutar de nuestro hijo fue el empujón para coger carrerilla y no dejar de correr.
Fue un empujón difícil de conseguir y, como se suele decir, llegó con sudor y lágrimas. Nos habíamos propuesto disfrutar de Luis sin pensar en lo que podría llegar a hacer, pero desde los primeros días se nos puso muy cuesta arriba. Al estar en neonatos, rodeados de bebés con problemas, no deberíamos notar la diferencie entre nuestro bebé y el resto. Podíamos evitar el peligro de comparar a Luis con un niño sano y tener más fuerzas para disfrutar de él sin pensar en lo que no podía hacer. Pero incluso estando en neonatos veíamos como nuestro hijo no llegaba a hacer lo que hacían los demás. Nuestro pequeño holandés se pasaba el día durmiendo y ni siquiera lloraba ni se movía como los demás niños. Era muy duro ver como día tras día llegaban sus abuelos y sus tíos para poderlo contemplar desde un cristal y día tras días se volvían a casa con la tristeza de no haber podido verle con los ojitos abiertos. Había muchas incubadoras y papás muy preocupados por sus bebés, pero nuestra situación nos parecía tan triste que en esos momentos habríamos cambiado el diagnóstico de nuestro hijo por cualquiera de ellos. No se de donde saca las fuerzas una persona cuando no puede más, pero conseguimos sacarlas y decidimos que queríamos disfrutar de nuestro bebé. Queríamos aprovechar el empujón y empezar a dar zancadas cada vez más grandes.
Cuando nos convencimos de que, aunque algunas cosas cambiarían otras seguirían igual, poco imaginábamos que detrás del dolor de las cosas nuevas se escondía una agradable sorpresa. Entre los paisajes de Holanda descubrimos que podíamos seguir disfrutando de muchas de las cosas que antes teníamos, pero la mejor sorpresa fue que tuvimos la enorme suerte de aprender a hablar holandés. Es impresionante lo intenso y rico que es este idioma para expresar tus sentimientos. Gracias a eso hemos descubierto sensaciones que no imaginábamos tener y hemos enriquecido nuestros corazones con un amor que nos desborda a cada momento.
Sin embargo, aunque habíamos dado el primer paso para caminar y habíamos conseguido un empujón para no detenernos, la marcha por las carreteras de Holanda se convirtió en una carrera de obstáculos.
El primer obstáculo es también el más duro de recordar. Ese primer obstáculo fue lo difícil que se me hizo descifrar mis sentimientos por mi hijo. Luis era mi bebé y lo quería y sufría por él, pero veía como sufría mi mujer, lo triste que estaba, y eso hacía que mis sentimientos fuesen muy confusos. Se mezclaba el amor entre la pena y el dolor y se me hacía casi imposible descifrar lo que sentía por Luis. Al mismo tiempo que lo quería, sabía que era la causa de la tristeza de mi mujer y eso hacía que se me partiera el alma. Durante aquellos primeros días tuvimos un momento de un fuerte bajón. Gracias a eso, nos remitieron a la consulta de la doctora especializada en atender a los papás con bebés en neonatos. Hablamos de un montón de cosas con aquella psiquiatra y entre ellas lo que me preocupaba acerca de mis sentimientos por Luis. Me indicó que era algo muy normal y que poco a poco esos sentimientos serían cada vez más concretos y dejarían de estar borrosos. Eso me tranquilizó. Por suerte esas dudas sólo duraron unos días, ya que al poco tiempo empecé a enamorarme de mi pequeño holandés, amor que ha ido creciendo con el tiempo y que sigue aumentando cada segundo que pasa.
El segundo obstáculo también fue muy duro, pero en este caso el motivo fue muy distinto. No se trataba de descubrir sentimientos, si no de sufrirlos. Tras haber estado casi un mes en neonatos, por fin podíamos disfrutar de Luis en casa. Por desgracia, esa alegría apenas duró unos pocos días. Al décimo día de haber salido del hospital tuvimos que volver a ingresar a nuestro bebé por una bronquiolitis. Lo normal es que haya unos días en los que el virus coge fuerza y que luego empiece a remitir, por lo que, según nos dijeron al ingresar, en unos siete días podríamos volver a casa. El problema es que Luis es hipotónico y estaba muy débil, por lo que el virus le afectó de manera muy intensa y volvimos a estar casi un mes en el hospital. Cuando recuerdo aquellos días todavía me estremezco. Fueron días muy complicados que darán para muchas líneas en nuevo post, pero lo importante es que los superamos y volvimos a correr para seguir nuestra marcha por Holanda.
El tercer obstáculo era similar al que sufrimos en neonatos al comparar a Luis con el resto de bebés de las otras incubadoras. Nos habíamos propuesto disfrutar de nuestro bebé y pasados varios meses desde su nacimiento nos era imposible no empezar a pensar en las cosas que no podía hacer. Seguía habiendo preocupaciones que afectaban al futuro de Luis, como gatear, andar o hablar, pero había una que ya estábamos sufriendo en presente y no podíamos dejar de pensar en ella. Una vez más, no queríamos tener exceso de futuro, pero el presente nos estaba provocando la misma ansiedad que podía provocarnos ese futuro. Nuestro holandés tenía una edad en la que ya debería ver y de momento nada indicaba que pudiese hacerlo. Había veces en las que nos parecía que había mirado a algunos de los objetos de los que poníamos a su alrededor. Otras veces parecía que seguía la linterna con la que le hacíamos los ejercicios que nos habían pautado. Sin embargo, la mayoría de veces era más una ilusión que una realidad. Por suerte, poco a poco esa ilusión fue cambiando a una realidad muy esperada y por fin pudimos saltar el obstáculo que nos había impedido avanzar durante un tiempo.
Estábamos consiguiendo que el exceso de futuro no nos afectase y empezamos a disfrutar cada vez más de los pequeños logros que conseguía nuestro holandés evitando compararlo con los niños de su edad. Por suerte, tras lo vivido en neonatos y el miedo a que Luis no pudiese ver, esto fue mucho más sencillo de lo que esperábamos. Nunca hemos tenido en cuenta lo que hacían los demás niños y lo único que nos ha preocupado ha sido centrarnos en nuestro campeón y aplaudir y disfrutar de cada nuevo paso.
Siempre recuerdo la canción que le cantaba mi mujer a Luis mientras le bañaba y sonrío pensando que tenemos la esperanza de que algún día se haga realidad: “Había una vez un barquito chiquito… que no sabía navegar… y aquel barquito navegó.” Sin embargo, no permitimos que esa esperanza nos impida disfrutar del día a día y no queremos que se convierta en ansiedad por lograrlo. Es lo que es, una esperanza, una ilusión, pero sin empañarnos la vista para poder seguir disfrutando del día a día.
Por último, tenemos un obstáculo con el que llevamos luchando desde que Luis era muy pequeñito y no hemos conseguido superar todavía, pero ni siquiera ese obstáculo hace que el exceso de futuro nos afecte. Luis tiene problemas de estómago desde que tiene dos meses y ha tenido que pasar en siete ocasiones por el quirófano. Todas las operaciones anteriores tuvieron buen resultado durante los primeros días, pero poco a poco nuestro holandés empezó a tener molestias de nuevo y en las seis primeras volvieron a aparecer los mismos síntomas que tenía antes de operarle. En esta última operación ha ido todo de forma distinta. Luis no ha tenido una evolución tan buena como en las anteriores, pero parece que tampoco está empeorando tanto, lo que nos hace tener esperanzas. No está bien y las molestias siguen ahí, ya que durante los últimos días ha tenido varias comidas en las que ha terminado vomitando. Sin embargo, parece que las molestias son menos intensas que antes, lo que ya es algo positivo. Todo lo que sea mejorar es un paso adelante y no todo tiene que medirse por ser blando o negro, también hay tonos grises. Si subes a un monte un día nublado, seguramente no podrás ver el horizonte del mismo modo que si lo haces un día soleado, pero siempre será mejor que hacerlo por la noche. Tenemos que seguir esperando para ver la evolución, pero hemos aprendido a convivir con este obstáculo y con mejor o peor resultado seguiremos adelante. Seguiremos avanzando para ver hasta donde nos lleva nuestra carrera por Holanda.
Cada día que pasa, cada semana, cada año, siempre hay situaciones buenas y malas que nos acompañan. Es una pena que nos preocupemos por las situaciones malas que pueden llegar en lugar de disfrutar de las buenas que tenemos. Todos tenemos obstáculos que superar, pero también alegrías que nos hacen sonreír. Seguro que hay días en los que todo va bien y no mostramos una sonrisa porque estamos pendientes de lo que puede pasar mañana, en una semana o en unos meses. Intentemos olvidar esas preocupaciones y probar a sonreír. No es tan difícil como parece y es mucho más gratificante de lo que creemos. Sonreír depende de nosotros y para ayudarme a dar más importancia a esto me gustaría compartir con vosotros algo que leí hace unas semanas. Se trata de un experimento sobre el comportamiento humano que nunca había escuchado y que leí en el blog http://elenabenitoruiz.es/malos-tiempos-infelicidad/:
David Kahneman -premio Nobel de Economía del 2002- nos habla de uno de los experimentos sobre el comportamiento humano más citados: el del lápiz. Dos grupos con el mismo cómic, a aquellos que sostenían un lápiz entre sus dientes haciendo que su boca sonriera, le pareció más divertido lo que leían que aquellos que sostenían el lápiz hacia delante en su boca, frunciendo los labios y el gesto. El cerebro siente lo que queramos que sienta, podemos modular lo que sentimos, para mal y para bien. Repítete que es un buen día y lo será.
Hubo un tiempo en el que teníamos un gran exceso de futuro y nos creaba mucha ansiedad no saber que es lo que podría llegar a conseguir Luis. Durante los primeros días los médicos nos decían que era imposible saber lo que podría o no podría hacer. No sabíamos si vería, si podría coger cosas con las manos, si podría sentarse, caminar, hablar, estudiar,… Eso nos creaba mucha intranquilidad y pensábamos que lo peor era no saber lo que nuestro hijo podría llegar a alcanzar. Sin embargo, hemos sabido darle la vuelta, no agobiarnos por el futuro y disfrutar de lo que antes nos preocupaba. Hemos querido sostener el lápiz entre los dientes y ver que es genial no saber lo que nuestro pequeño holandés llegará a conseguir. Eso implica que no tenemos ninguna puerta cerrada. Será un camino muy largo y duro, pero el no saber hasta donde llegaremos hace que nos sintamos felices porque nos permite pensar que podremos llegar muy lejos. El ritmo, el destino, el final del camino, la meta de la carrera de obstáculos la marcará Luis, pero nosotros estaremos disfrutando de cada zancada y de cada salto junto a él. Y lo más grande es que nuestro pequeño holandés, nosotros, sus abuelos y sus tíos sabemos que a lo largo de esa carrera tenemos la suerte de tener a mucha gente que nos anima. Luis no corre sólo. Sus hermanitos le van marcando el ritmo, su familia le arropa y vosotros nos animáis desde las gradas. Muchas gracias a todos los que nos leéis y los que nos seguís en Facebook, a todos los que nos preguntáis por Luis cuando nos veis por la calle. Muchas gracias. No os podéis imaginar la compañía que nos dais. Vuestros ánimos nos emocionan y nos animan para llegar con más fuerza a la meta.

Hola.
Este post estaba en el blog anterior y los comentarios que se muestran a continuación son una copia de los que en su día publicaron los lectores:
12 COMENTARIOS
1.
cristina:
19 mayo, 2014 en 20:32
Hola familia:como siempre tienes tanta razon…He tardado un poco en escribir ,esta semana a sido un poco dificil,pero pasada la tormenta
vuelve a salir el sol.
Lo mejor es vivir el dia,el mañana vendra,seguro,y entonces si hay problemas los resolveremos y luego disfrutaremos del resto del dia con los nuestros,nos reiremos hasta que nos duela la cara y nos acostaremos satisfechos de lo que hayamos hecho.Espero que Luis vaya mejor y sino pronto estara el puede con eso y mas.
Muchos besos para toda tu familia y para ti un gran abrazo.
–
o
Luis Serra:
19 mayo, 2014 en 22:52
Buenas noches Cristina. Me alegro de que haya vuelto a salir el sol. Luis ha pasado un par de días malos, pero ya está mejor. Parece que la operación no está funcionando como esperábamos, pero hoy ha estado muy contento y eso hace que lo demás quede en un segundo plano. Un beso.
–
2.
Pilar:
17 mayo, 2014 en 17:09
Hola guapo que razón tienes, mientras nos estamos lamentando por lo ocurrido en el pasado y preocupándonos por lo que puede deparar el futuro, se nos pasa el presente y no disfrutamos de las cosas buenas que nos están pasando en ese momento, y tampoco nos damos la oportunidad de aprender de las adversidades.
Cómo siempre eres GENIAL. OS QUIERO
–
o
Luis Serra:
18 mayo, 2014 en 23:29
Seguro que veríamos más sonrisas por la calle si la gente disfrutase del momento sin preocuparse de lo que podría suceder. Estos últimos días Luis está teniendo nauseas en cada comida, pero entre comidas está contento. ¿No es mejor disfrutar de Luis ese espacio entre cada comida que estar preocupados porque la cena puede que le siente mal? Un beso.
–
3.
Yolanda Alcaide:
15 mayo, 2014 en 20:09
Una vez más Luís, has dado en el clavo!!!! Recuerdo, como si fuera en este preciso momento, lo que nos dijo el pediatra que descubrió que Paula era holandesa: “vivid el día a día y disfrutad de vuestra hija”. Así lo hicimos pero pasamos por todo lo que tu has explicado tan extraordinariamente bien!!! Como siempre, me siento identificada con vosotros como padres y cuando miro a Luís peque, veo a mi pequeña holandesa también!!!! No sabes cómo nos animas porque vuestras vivencias son tan similares a las nuestras….. Gracias, mil gracias por compartir tus sentimientos!!!
–
o
Luis Serra:
15 mayo, 2014 en 23:06
Gracias a vosotros. Nos ayuda mucho compartir nuestras vivencias y sentimientos y vernos tan arropados por vosotros. Me alegro de que os sintáis identificados y que os anime leernos. Es muy grato escribir y contar las cosas sabiendo que estáis ahí. Un beso!
–
4.
maxi:
14 mayo, 2014 en 17:07
Una experiencia reciente cambio para siempre en mi el modo de ver la vida. Ahora todo tiene mucho mas sentido. El futuro no tiene validez alguna si no se tiene en cuenta el presente. sonreir solo aporta cosas buenas y en eso Luis es el mejor maestro para todos. Cuñados sois un ejemplo a seguir, llenos de fuerza y vitalidad rodeados de una energia arrolladora. Sonriendo al presente el futuro llegara lleno de color. Os envio un abrazo fortisimo. Os quiero.
–
o
Luis Serra:
15 mayo, 2014 en 0:30
Cuñado, todavía se me encoge el estómago cuando pienso lo que podría haber pasado. ¿Qué sentido tendría el futuro? Tenemos que sonreír todo lo que podamos y un poquito más. El futuro no es nada y no tiene sentido sufrir por él. El presente es lo que importa y si está lleno de sonrisas, el pasado será un recuerdo feliz. Cada sonrisa ahora será un bonito pasado en unos segundos. Disfrutemos con eso y no nos preocupemos por lo que pueda suceder después de sonreír. Nosotros no te enviamos ningún abrazo. Preferimos guardárnoslo para dártelo cuando nos veamos… y esperamos que sea pronto. Cuídate. Te queremos.
–
5.
SARA:
13 mayo, 2014 en 11:55
Una vez más , GRACIAS … gracias por enseñarme amar Holanda, por enseñarme a darle la vuelta a las cosas, y por abrirme los ojos a una realidad diferente.
Mi viaje por Holanda está siendo bastante fácil, gracias a gente como tú … y a estos pequeños campeones que cada día me maravillan más, ojalá mucha gente aprendiera de ellos.
–
o
Luis Serra:
13 mayo, 2014 en 23:18
Hola Sara. Qué satisfacción leer que tu viaje por Holanda está siendo bastante fácil y que nosotros hemos podido ayudarte en eso. De Holanda te enamoras sin necesidad de ayuda, aunque hay veces que te tienen que abrir los ojos para darte cuenta que te has enamorado. Seguro que mucha gente está aprendiendo de todos los pequeños holandeses. Besos.
–
6.
dolores comes:
12 mayo, 2014 en 23:47
Gràcies a vosatros. Ojalà tots aprenguerem a valorar així el q tenim. Disfrutar d la vida i d les coses bones q ens dóna. I des de luego a mi que últimament estic d baixò en doneu cada dia una lliçò de vida.
–
o
Luis Serra:
13 mayo, 2014 en 0:38
Hola Dolores. Algunas veces es más difícil valorar y disfrutar de lo bueno que tenemos, pero que sea difícil no quiere decir que es imposible. Espero que pronto pase ese bajón y te sea fácil sonreír. Un beso y muchos ánimos!
–