
Esta carrera va por ti, mi pequeño holandés.
Llevo demasiados meses sin sentarme delante del teclado para escribir un post, pero me ha sido imposible encontrar un hueco para poder hacerlo. Cuando llegó el verano pensé que podría recuperar el ritmo de publicaciones y no tardar tanto entre post y post, pero no podía estar más equivocado. La verdad es que Luis y sus hermanos los italianos no nos dejan un segundo de relax. Víctor y Pablo no nos dan un respiro y Luis, que antes era muy tranquilito, se está volviendo un niño revoltoso y exigente que no para de reclamarnos para jugar. Es una de las cosas más grandes de las que hemos disfrutado este verano: los reclamos constantes de Luis. Antes podía estar horas jugando en el suelo con un juguete sin importarle quien estuviese a su lado. Ahora es imposible que podamos mantener una conversación sin que se arrodille delante de nosotros y empiece a gritar para llamar nuestra atención y pedirnos que juguemos con él o le leamos un cuento. Hace unos años hubiésemos dado lo que fuese por vivir esas situaciones y ahora las disfrutamos a diario. ¿Hay algo más grande que saber que tu hijo quiere llamar tu atención? Cuando estamos en Italia apenas damos importancia a esos momentos, pero vivirlos en Holanda hace que tengamos la suerte de darnos cuenta de lo importante que es cada gesto de un hijo, por muy normal que nos parezca.
A las travesuras y berrinches de los italianos y a los reclamos del pequeño holandés tenemos que unir la terapia intensiva que hizo en verano, que nos tuvo ocupados todas las tardes de lunes a viernes. Es cierto que pese a todo esto podría haber encontrado algún momento para sentarme a escribir, pero esos momentos estaban destinados a un reto que me propuse hace más o menos un año y que estoy a punto de descubrir si soy capaz de lograr. Este reto es el motivo de que me haya sentado hoy a escribir de nuevo.
Se trata de un reto deportivo que me propuse al no poder cumplir uno anterior y la motivación para hacerlo la saqué de mi campeón holandés. Luis ha tenido muchas barreras a lo largo de su vida y siempre ha demostrado una fuerza sorprendente para superarlas. Él ha marcado su propio ritmo, lento, sin prisas, pero no se ha conformado con detenerse ante las barreras que han ido apareciendo y las ha ido saltando poco a poco. Con un ejemplo así se puede superar cualquier obstáculo y eso me hizo decidirme y ser valiente para enfrentarme a algo que siempre había pensado que estaba fuera de mi alcance. Correr un maratón.
Hace algo más de un año empecé a prepararme para correr el medio maratón de Valencia y pasé el verano entero cuidando mi alimentación y siendo muy constante en todos los entrenamientos. Aquel reto era para el mes de octubre de 2014, pero justo un mes antes me lesioné y no pude hacer la carrera. El día en que me lesioné estaba hundido y no dejaba de pensar que los meses que había estado entrenando no habían servido para nada. Fue un jarro de agua fría y los escalofríos duraron varios días en desaparecer. Empecé a recuperarme al pensar que un mes más tarde había una carrera de 10km. paralela al maratón de de Valencia en la que saldría llevando a Luis en el carro. Aquella carrera me animó para no pensar en la que me iba a perder, pero necesitaba una motivación más grande. Algo que no sólo sirviese para animarme, si no que fuese el trampolín para saltar mucho más alto de lo que lo hubiera hecho con el medio maratón. Ese trampolín llego en el mejor momento. El día del medio maratón fui para acompañar a un amigo y el ambiente me emocionó tanto que todavía lamenté más no poder salir a la carrera. Sin embargo, esa emoción me llenó de una fuerza rabiosa que me hizo estar muy decidido y pensar que podía hacer el maratón del año siguiente. Para mí, conseguir acabar el medio maratón ya era todo un reto y algo que sería llevarme al límite, pero en ese momento pensé en Luis, en que ha sido capaz de conseguir cosas que los médicos nos habían dicho que sería incapaz de hacer, y me convencí de que podría hacerlo.
Durante varios días me lo estuve repasando mentalmente y tenía miedo de comentarlo a más gente por si era incapaz y luego no llegaba a correrlo, pero de nuevo pensé en Luis y me lancé a por ese reto que no dejaba de ser un sueño imposible.
Había saltado una barrera para enfrentarme a una mucho más alta, pero también mucho más motivadora.
Cuando empecé a entrenar en noviembre sabía que sería muy difícil conseguirlo, pero tener un reto tan grande me motivaría para salir a entrenar durante todo el año. Eso no podría quitármelo nadie. En el caso de que el día de la carrera no pudiese terminarla, no sería una derrota, si no que habría ganado un año de entrenamientos. Con esa idea en la mente se trataba de ganar o ganar, ya que no había parte mala, así que empecé a entrenar teniendo un año entero por delante para prepararme.
Como tenía en mente, se trataba de ganar o ganar, pero no iba a ser tan fácil como creía. Para salir de la lesión tuve que empezar a entrenar prácticamente desde cero y en diciembre tuve una nueva lesión, esta vez más leve, en la planta del pie. Apenas tuve que dejar de entrenar unos diez días, pero cuando estás cogiendo el ritmo y lo cortas, siempre tienes miedo de perderlo.
En enero, después de llevar dos meses cogiendo de nuevo la forma y habiendo superado la lesión del pie, tuve un nuevo contratiempo, esta vez más grave. Tuve que dejar de entrenar por una prostatitis. Cuando el urólogo me dijo que tendría que dejar de correr durante dos meses se me presentaron de nuevo los fantasmas del pasado. Por suerte mi mujer le preguntó si podría entrenar con la bicicleta elíptica y nos dijo que si. Aquello no era como salir a correr al aire libre, pero era lo suficiente como para seguir manteniendo el fondo y, lo más importante, seguir manteniendo la motivación y la ilusión. Pasé dos meses haciendo bicicleta elíptica, pero al llegar abril pude salir de nuevo a la calle y más motivado que nunca. Había pasado otra barrera y todavía tenía por delante ocho meses para el maratón.
A partir de esa fecha y con cada mes que pasaba, los entrenamientos eran más exigentes y cada vez necesitaba más tiempo para poder entrenar, lo que me lleva al inicio de este post y a añadir esto a los motivos por los que apenas he tenido tiempo para escribir. Cada día de entrenamiento significaba sacrificar más horas de estar con mis hijos y mi mujer y desde aquí les doy las gracias por todo el apoyo que me han dado.
Ya han pasado esos ocho meses y en unas horas será la prueba de fuego. Mañana es el maratón de Valencia y allí veré si tantos meses de entrenamientos han tenido efecto y soy capaz de luchar contra mi mismo para conseguir algo que veía imposible hace un año.
Ganar o ganar. Eso lo tengo claro. No sé cómo terminará la carrera, pero lo que he disfrutado entrenando teniendo en la mente un reto tan grande es algo que siempre llevaré conmigo. Desde hace varias semanas salgo a entrenar y no puedo evitar pensar en distintos momentos de la carrera: la salida, la llegada a meta, pasar por el lado de mi mujer y mis hijos, familia y amigos mientras me animan,… Cada una de esas imágenes se me repite constantemente y cada vez que me viene a la mente me arranca una enorme sonrisa que me acompaña durante cientos de metros.
Estos últimos días están siendo los más intensos y, además de sonrisas, los ojos se me llenan de lágrimas al visualizar esas imágenes y la emoción me eriza la piel poniéndome los pelos como escarpias. ¿Hay algo mejor que disfrutar de esas sensaciones? Sonreír, llorar de alegría y erizarse por la emoción. Con eso ya tengo el premio ganado. Lo que venga mañana y como termine la carrera rematará la faena, pero esas sensaciones ya me han marcado el corazón.
He aprendido peleando por este reto que no debemos ponernos barreras y que muchas veces no hacemos las cosas simplemente porque creemos que no somos capaces. Cuanto más grande sea el reto más difícil será de conseguir, pero todo lo que luchemos por el camino serán vivencias que iremos ganando, experiencias que irán llenándonos y tal vez errores de los que iremos aprendiendo, pero seguro que en el peor de los casos, estaremos mejor que antes de empezar a luchar por conseguirlo.
Hoy he ido a recoger el dorsal para la carrera y los nervios y la emoción empiezan ya a multiplicarse. Estaba ansioso por que llegase el momento de tenerlo en mis manos y ver mi número junto al nombre. En muchos foros he leído que al poner tu nombre en el dorsal la gente lo lee y te anima llamándote y dándote ánimos, pero cuando me registré no pude poner mi nombre. Esta carrera se la debo a Luis porque es él quien hizo que me viese capaz de hacerla. Mi pequeño campeón es quien, con su ejemplo, me hizo creer que todo es posible, así que esta carrera es para él. Por eso me muero de ganas por empezarla y pasear mi dorsal por las calles de Valencia durante los 42 kilómetros y 195 metros que durará el maratón. “Por mi holandés“. Ese será mi nombre durante las aproximadamente cuatro horas que tardaré en hacer el maratón. Cada metro que avance, cada paso que dé, lo haré pensando en Luis. Si él ha sido capaz de superar tantas barreras a lo largo de cinco años, su fortaleza me hará luchar para enfrentarme a esa distancia hasta llegar a la meta.

Hola.
Este post estaba en el blog anterior y los comentarios que se muestran a continuación son una copia de los que en su día publicaron los lectores:
4 COMENTARIOS
1.
granada:
16 noviembre, 2015 en 20:49
Bueno, ¿Y qué tal ha ido?
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Luis Serra:
16 noviembre, 2015 en 23:38
Muy bien! Conseguí terminar la carrera en el tiempo previsto y menos cansado de lo que creía, aunque las piernas creo que se quedaron en el kilómetro 42. Todavía no las siento
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2.
cristina:
15 noviembre, 2015 en 1:30
Nada mas emotivo que leer tu pots Luis, deseo que te lo pases pipa corriendo, que cada paso que des te de fuerzas para seguir adelante y conseguir lo que te has propuesto , como tu gran holandes ,que no importa el tiempo ,sino conseguirlo.Ese hijo tuyo es un simbolo de superacion.Corre por el , por tu familia. , por ti y se feliz , muy feliz .
Ahora tambien vas a ser un poco campeon, pero no como mi holandes, no te vengas arriba eh,lo siento pero ya te digo que sin correr va a ganar Luis, jjjjjj.!!! Disfruta bonico , se queu faras , i et passecharas mes ample q llarc tu i el teu dorsal !!!!! 1b7
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Luis Serra:
16 noviembre, 2015 en 23:35
Gracias Cristina. Disfruté, lloré y me sentí muy feliz, con la satisfacción de haber superado algo que más que un reto era un imposible. Dudo que algún día llegue a considerarme una décima parte de campeón de lo que es Luis. En un maratón compites contra ti mismo. Es imposible competir contra la élite. Eso me pasa a mi con nuestro campeón holandés. Está en la liga de los superhéroes. De todos modos, Luis también corrió ayer el maratón. Lo hizo a mi lado, en mi mente, en mi corazón, cada uno de los pasos que me acercaban a la meta. Corrió conmigo y fue tirando de mi en los momentos más duros. Fue una carrera mágica que disfrutaré durante mucho tiempo. 1b7