Ilusión: cuatro años con mi Mont Blanc

11 noviembre, 2014. Cuatro años con mi Mont Blanc

Cuatro años de ilusión con mi Mont Blanc

Cuatro años con mi MontBlanc. Raro título para un post de este blog, ¿verdad? Pues no es tan raro como puede parecer. Déjame llevarte en el recuerdo cuatro años atrás y lo verás.

Hoy es el cumpleaños de Luis. ¡Cuatro años! ¡Cómo pasa el tiempo!

Cuando pienso en estos cuatro años se me vienen miles de cosas bonitas a la cabeza, pero cuando pienso en los momentos de antes de nacer Luis y los primeros días de su vida, esas cosas bonitas se quedan muy lejanas.

Llevábamos meses con miedo sin saber cuál sería el destino de nuestro viaje e intentábamos animarnos pensando que no había nada concreto que indicase que acabaríamos en Holanda. Era difícil superar ese miedo, pero una gran parte del tiempo conseguíamos hacerlo. Sin embargo, era un miedo lejano por algo que sabíamos que llegaría, pero que todavía no estaba visible en el horizonte.

A dos semanas del aterrizaje visitamos a uno de los pilotos y nos dijo que deberíamos disfrutar del vuelo. No había motivos para pensar que habría un cambio de destino e insistió en que llegaríamos a Italia sin problemas. En esa misma visita nos dijo que ya no nos veríamos más porque él no era quien pilotaría el avión, pero nos dio el contacto del personal de vuelo que nos atendería hasta el día del despegue.

La semana siguiente, a una semana del viaje, fuimos a visitar al personal de vuelo que nos indicó el piloto y allí empezaron a pensar que podría haber turbulencias, por lo que decidieron revisar mejor el tiempo para ver si era recomendable adelantar el viaje. Tras revisar la climatología decidieron que era necesario adelantar el despegue una semana y nos embarcaron sin haber tenido tiempo para preparar las maletas.

Todo fue muy rápido. Tuvimos que pasar el día separados y mi mujer estuvo dentro del avión durante un día entero sin que yo pudiese estar a su lado. Me dejaron entrar algún momento para ver si necesitaba algo, pero fueron apenas unos minutos repartidos a lo largo de un día interminable. Nuestro miedo a que cambiasen el destino de nuestro viaje estaba mucho más presente en aquellos momentos y se hacía mucho más difícil de digerir estando separados. Por la noche, y en vistas de que el avión no había podido despegar, nos llevaron a los dos a una zona del aeropuerto para que pudiésemos pasar la noche.

Los nervios iban en aumento y cada vez se hacía más difícil pensar que nuestro destino sería Italia. Sin embargo, luchábamos por no pensar en otros destinos y nos reservábamos nuestros temores muy adentro para no preocuparnos uno a otro.

Por la mañana volvieron a llevarse a mi mujer y de nuevo pasamos el día separados. Nervios y más nervios como compañero de viaje en la sala de espera del aeropuerto. Entrada la tarde sonó mi nombre por la megafonía y pude embarcar por fin para poder estar juntos durante el vuelo. Sabíamos que mi mujer no podía estar sentada en aquellos asientos, ya que hacía años había tenido un accidente de tráfico y sus caderas necesitaban un asiento especial durante el vuelo. Sin embargo, aunque ya se lo habíamos dicho al piloto hacía una semana, insistieron en que fuese sentada en turista. No querían darle el asiento especial hasta no estar seguros de que no podría viajar de modo normal. Tras un largo sufrimiento se dieron cuenta de que realmente necesitaba un asiento especial y la llevaron con urgencia para que aterrizase en el asiento que debía haber ocupado desde un principio. De haber hecho lo que les pedíamos el vuelo habría durado poco más de una hora, pero por no hacernos caso tuvimos un vuelo de casi dos días. Viajar en aquel asiento especial implicaba que yo no podría estar junto a ella en el momento del aterrizaje, pero por lo menos ella no sufriría el dolor al que la habían sometido durante aquellos dos días.

El aterrizaje fue tranquilo, pero tuvimos que bajar del avión separados. Nos dijeron que no podríamos salir del aeropuerto en unos días, pero nos permitieron ver desde las ventanas el paisaje de nuestro destino.

Desde la primera ventana por la que me asomé no podía saber si estaba en Italia o en Holanda, pero el clima frío y gris me hacía presagiar lo peor. Estuvimos dos días si poder asomarnos juntos por la misma ventana y cuando pudimos hacerlo se nos acercó el personal del aeropuerto para confirmarnos que habíamos llegado a Holanda.

Hace ya cuatro años de aquel viaje y me sorprende pensar lo contentos que estamos ahora por haberlo realizado. No solemos recordar lo difícil que fue aquel vuelo, si no todos los mágicos rincones que hemos ido descubriendo en Holanda.

Ahora, cuatro años después y con más experiencia para buscar lo positivo en cada situación, me alegra recordar como luchamos por poner buena cara a una situación que había intentado por todos los medios borrar nuestras sonrisas.

Cuatro años después es muy fácil sonreír y disfrutar de nuestro pequeño Holandés. Eso ya no tiene mérito, ya que es él quien se encarga de cargarnos las pilas y hacernos disfrutar de la vida. Sin embargo, disfrutar hace cuatro años era una tarea mucho más complicada.

Cuando alguien sufre un fuerte tropiezo, toda la energía positiva que tenía corre el peligro de desvanecerse y convertirse en pesimismo y desolación. Es demasiado tentador quedarte tumbado al notar un viento en contra que no te permite levantarte. Lo complicado es clavar la rodilla en el suelo e impulsarte con el otro pie para volver a levantarte. Para ello debes cargarte de motivación y querer retener toda la energía positiva para evitar que se escape.

No sé en que momento clavamos la rodilla en el suelo, pero lo importante es que lo hicimos. Uno de los primeros momentos que relaciono con haberlo hecho fue cuando, al poco tiempo de saber que estábamos en Holanda, tuve que ir a firmar la partida de nacimiento de nuestro holandés. Aquel momento podría haber sido uno de los más tristes de mi vida, pero no estaba dispuesto a que lo fuese. No quería que con el paso de los años el recuerdo de aquel momento fuese triste, por lo que mientras tenía la rodilla en el suelo me impulsé con fuerza con la otra pierna y di un salto hacia delante.

Desde hacía muchos años mi ilusión había sido tener una pluma Mont Blanc. Siempre había pensado en que algún día me decidiría a comprarme una, pero el precio era demasiado elevado y me reservé esa ilusión para cuando pudiese vincularla a un momento perfecto. Siempre había pensado que ese momento sería la firma de la partida de nacimiento de un hijo y cuando nos enteramos de que mi mujer estaba embarazada supe que por fin tendría mi pluma. Fue ella quien me regaló la Mont Blanc con mucha ilusión sabiendo que la inscripción de mi hijo en el registro la haría con ella, pero ninguno de los dos esperábamos que ese momento estaría empañado por la lluvia y frío de Holanda.

Podría haberme quedado tumbado y no luchar contra el viento. Podría haber perdido la ilusión y no haber firmado con mi pluma, pero estaría arrepintiéndome el resto de mi vida. Por suerte luché por levantarme y decidí cumplir mi ilusión y que la lluvia no me impidiese realizar lo que siempre había tenido en mente. Tenía el corazón triste, pero en algún rincón de él había un poco de ilusión que se empeñó en aferrarse a que la pluma Mont Blanc me diese un bonito recuerdo y me hizo firmar en el registro. Esa ilusión inunda ahora todo mi corazón, pero fue el pequeño rincón el responsable de que cada vez que veo mi pluma piense que con ella di un gran paso para ser feliz.

Esa pluma ya no sólo tiene un valor económico. Ahora tiene un valor sentimental que me acompaña cada día y que seguirá acompañando a mis dos italianos cuando tengan edad de entender esta historia.

No podemos dejarnos llevar por la desesperación y abandonar nuestra ilusión, porque llegará el día en que nos arrepentiremos por ello y no podremos recuperar el tiempo perdido. Por negro que se vea todo, siempre habrá un pequeño fósforo que podrá iluminar esa oscuridad. Tal vez no sirva para alumbrar el camino y permitirte recorrerlo, pero seguramente servirá para que encuentres tus zapatos.

Cuatro años después tengo la pluma Mont Blanc que me regalaron ligada a un bonito recuerdo y miles de recuerdos bonitos ligados a uno de los mayores regalos del mundo: mi campeón holandés. Muchas felicidades mi campeón. Sigue luchando como tú sabes porque cada barrera que superas hace que tus papás, primos, tíos y abuelos se sientan más orgullosos de ti. Con tus cuatro años te has convertido en un ejemplo a seguir para todos y en la personita que llena de ilusión nuestros días.

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Una respuesta a «Ilusión: cuatro años con mi Mont Blanc»

  1. Hola.

    Este post estaba en el blog anterior y los comentarios que se muestran a continuación son una copia de los que en su día publicaron los lectores:

    14 COMENTARIOS

    1.
    Nuria:
    16 noviembre, 2014 en 17:18
    4 años ya… Q rápido se pasa el tiempo y cuantas lecciones nos ha dado Luis en este tiempo! No puedo recordar cuando dejó de ser un bebé para ser un niño. Pero si recuerdo ese león q le hizo levantar la cabeza, esas canciones q siempre le hacen reír, esos primeros reclamos y aun no puedo creer como empieza ya a comunicarse… Desde luego han sido 4 años de batallas, algunas más duras q otras pero todas vencidas! 4 años de superación tanto suya como de todos vosotros. 4 años de una vida, al fin y al cabo, llena de pequeños logros convertidos en grandes satisfacciones! MUCHÍSIMAS FELICIDADES LUIS EN ESTOS SUPER 4 AÑOS DE CAMPEÓN!!!

    o
    Luis Serra:
    17 noviembre, 2014 en 18:16
    Qué bonito es escuchar a alguien decir que Luis nos ha dado muchas lecciones, pero más bonito es escucharlo de la persona que le ayuda a avanzar. Ha habido pasitos más largos y otros que eran muy cortitos, pero siempre han sido hacia adelante. Nunca hemos tenido prisa en que nuestro campeón logre avances y lo único que hemos hecho ha sido disfrutarlos a medida que iban llegando. Lo mismo seguiremos haciendo en un futuro. Disfrutar de cada paso y asombrarnos al mirar atrás de todo lo conseguido. Muchas gracias por guardar en el recuerdo momentos tan bonitos y tan importantes en nuestra vida.

    2.
    Pilar:
    12 noviembre, 2014 en 20:17
    Cuatro años ya, cuantas cosas vividas, cuantos sentimientos encontrados; sonrisas y lagrimas, animo y desanimo. Pero ahora mirando atras que es lo que mas recuerdo; la ilusión del primer hijo de unos primos maravillosos, la esperanza, la confianza y sobre todo el afan de superación desde el primer momento. No hay mucho mas que decir, simplemetno lo que vosotros ya sabeis que es el CARIÑO y la ADMIRACIÓN que siento y sentiré por mi pequeño gran principe de holanda. MUCHAS FELICIDADES CAMPEON

    o
    Luis Serra:
    13 noviembre, 2014 en 23:01
    Ese CARIÑO y ADMIRACIÓN por tu pequeño gran príncipe de Holanda es algo que compartimos y que empaña los momentos más grises. Es una satisfacción saber que lo que sentimos por Luis no sólo se comparte por toda la familia, si no que se extiende a muchos amigos, conocidos e incluso gente a la que no podemos poner cara, pero que quieren y admiran a nuestro campeón. Un beso muy fuerte.

    3.
    Trusca:
    12 noviembre, 2014 en 10:24
    Yo solo tengo buenos recuerdos de estos 4 años, gracias a vosotros y Luis, que me habeis enseñado a ver lo bueno y luchar.Solo me duele la distancia que no me deja disfrutar de esos momentos ni ayudar lo q m gustaría y no se hacerlo o expresarlo.Gracias a tus notas, cada día me sorprendes mas gratamente.Lo mejor de todo es lo que nos ayudais Pillar y tu a ver la vida de otra forma y superar los obstáculos q nos encontramos día a día.
    Os admiro, os quiero.Besos

    o
    Luis Serra:
    13 noviembre, 2014 en 22:56
    Qué bonito Petri. No se como se pone el icono de la lagrimita, pero ahí está. Me alegro de que esos cuatro años estén llenos de buenos recuerdos y también de que te ayudemos a ver lo bueno. Me emociona saber que nuestras ganas de encontrar siempre la parte positiva te ayudan a ver la vida de otra forma y superar los obstáculos que van apareciendo. También nosotros os echamos de menos y nos gustaría poder vivir todos esos buenos momentos a vuestro lado. Muchos besos a los cuatro. Os queremos un montón.

    4.
    Yolanda Alcaide:
    12 noviembre, 2014 en 1:23
    Luís, ¿me quieres explicar por qué te empeñas en superarte en cada nuevo post? Jajajajaja!!! Con este has puesto el listón muy alto!!!!
    Me ha encantado cómo has comparado vuestra experiencia de traer al mundo a Luís y el viaje a Holanda o Italia, un tanto incierto y lleno de contratiempos.
    Pero, por encima de todo, lo que más me ha entusiasmado es el mensaje positivo que das. A pesar de todos los obstáculos oscuros, al final siempre hay luz, y en este caso es una luz preciosa e intensa que se llama Luís, vuestro campeón!!!!
    Los malos momentos nunca se olvidan, pero sí podemos apartarlos e intentar ignorarlos, y, sobretodo, disfrutar el presente y vuestro presente es maravilloso al lado de una personita que, como tú bien dices, “llena de ilusión vuestros días”. Qué bonita manera de acabar este post!!!
    Mil besos para toda la familia!!!

    o
    Luis Serra:
    12 noviembre, 2014 en 10:25
    Hola Yolanda. Tienes razón en que los malos momentos no se olvidan, pero lo bueno es dejarlos muy muy atrás. No solemos pensar en ellos, pero cuando lo hacemos lo vemos como algo que hubiese pasado hace muchos años. Cuando pensamos en todo lo bueno que nos ha traído Luis y recordamos estos cuatro años, se convierte en algo muy intenso y parece mentira que cuatro años den para tantas alegrías. Sin embargo, cuando pensamos en los malos momentos parece que hubiesen pasado hace cien años. Todo lo que queda de lo malo es una sombra y lo que despunta es la luz que nos da nuestro campeón holandés. Muchos besos también para vosotros.

    5.
    Beiki Miranda Cuervo:
    12 noviembre, 2014 en 0:59
    Me gustó mucho leer sobre el pequeño holandés y los felicito de corazón pq lo conocí con pocos meses de nacido y ya veo q es un campeón como mi sobrinito y saldrán adelante muchos besos de la familia de Ángel

    o
    Luis Serra:
    12 noviembre, 2014 en 9:49
    Hola Beiki. Muchas gracias por tu mensaje y por tus ánimos. Son unos campeones. Dale un besito a Ángel de nuestra parte y otro para vosotros.

    6.
    Rafa:
    11 noviembre, 2014 en 23:44
    Gente como vosotros nos enseñan las cosas que realmente tienen valor en la vida. Enhorabuena Familia.

    o
    Luis Serra:
    11 noviembre, 2014 en 23:48
    Muchas gracias Rafa. Un fuerte abrazo!

    7.
    agustinllopis:
    11 noviembre, 2014 en 23:20
    Que suerte tiene tu holandés también de tener unos padres tan maravillosos.

    o
    Luis Serra:
    11 noviembre, 2014 en 23:39
    Suerte nosotros de poder aprender de él. Un abrazo Agustín.

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