Valorar, apreciar y disfrutar lo que tenemos.

6 marzo, 2014. Luis nos hace disfrutar con cada nuevo paso que da. Jugando al Cucu-Tras.

No pierdas el tiempo preocupándote por lo que quieres conseguir. Es mejor disfrutar de lo que tienes.

En serio. No deberíamos pensar nunca en lo que puede suceder. Lo que realmente importa es disfrutar lo que tenemos. Poco o mucho, pero siempre tenemos algo por lo que vale la pena disfrutar. Por mal que lo estemos pasando, siempre hay algo que si mañana nos falta lo echaremos de menos. Disfrutemos pues de eso y no nos preocupemos por lo que nos falta o queremos llegar a conseguir. Está claro que si no tenemos para comer, si nos falta un ser querido, no podemos aplicar esto, pero la mayoría de nosotros nos preocupamos por conseguir algunas cosas que nos empañan la vista y no nos permiten disfrutar lo que tenemos. Querríamos un aumento de sueldo. Querríamos un ascenso. Querríamos un coche nuevo. Querríamos vivir en un chalet. Todos esos “querríamos” hacen que no nos demos cuenta de que podemos disfrutar a diario de tener una nómina, un empleo, un coche con unos cuantos años y una cama donde dormir caliente todas las noches.

Necesitamos cambiar el chip y tomarnos unos segundos para valorar lo que tenemos, apreciarlo y disfrutarlo.

Podemos levantarnos todos los días pensando que volvemos a la rutina de siempre: “voy a pasar 8 horas en un trabajo aburrido en el que lo que cobro apenas me da para llegar a fin de mes y pagar la hipoteca de un pisito de 40 metros”. Pero también podemos levantarnos con una sonrisa pensando que, “aunque preferiría estar de vacaciones, tengo la suerte de tener un trabajo que me permite pagar la hipoteca de mi casa”.

Dicho así suena a cuento chino. Lo sé. Parecen el tipo de cosas que se envían por Facebook con una imagen bonita en la que te sueltan una frase del tipo “no llores por haber perdido el sol…” Sin embargo, es algo que todos deberíamos plantearnos y proponernos seriamente.

En mi opinión, uno no nace positivo. Se hace positivo. Y se hace positivo porque quiere o, para ser más claros, porque le da la gana. Porque cree que se vive mucho más feliz siendo positivo que negativo y porque es mucho mejor disfrutar de lo que tienes que preocuparte por lo que te falta.

Todavía recuerdo el momento en el que decidí empezar a ser positivo. No recuerdo el día concreto, pero si el momento y lo que pensé. Hace ya muchos años de eso, pero recuerdo que paseando por la calle me vino a la cabeza la expresión “ver la botella medio llena”. Recuerdo que visualicé la botella y me dije “Es verdad. Si la botella está llena por la mitad puede estar medio llena o medio vacía. Yo quiero ser de los que la vean medio llena. A partir de ahora cuando tenga que decir si una botella o un vaso está lleno por la mitad diré que está medio llena”. En aquel momento no pensé en que quería esforzarme por ver la parte buena de las cosas. Simplemente quería ser de los que utilizan la expresión “medio llena” en lugar de “medio vacía”. Poco a poco fui teniendo ocasiones para utilizar esa expresión y de ahí pasé a querer pensar que no solo la botella podía estar medio llena. Había muchas cosas en el día a día que podían tener esa doble visión y podían verse desde un lado positivo o uno negativo. Entonces me dije que no solo quería ver las botellas medio llenas. También quería ver la vida medio llena.

Desde entonces me he esforzado en querer ver siempre la parte buena de las cosas y muchas veces tenía que replantearme los pensamientos para reconducirlos y traerlos de vuelta del lado oscuro. Sin darme cuenta ese esfuerzo se quedó por el camino y ahora ver la botella medio llena es mi primera y casi única opción. De hecho, en un post anterior explicaba que había dos modos de ver nuestro día a día. La primera parte del post en la que tuve que redactar como sería ese día a día viéndolo desde una postura negativa me costó muchísimo. Tuve que esforzarme realmente para poder redactar como hubiese sido aquella mañana si la hubiese visto con pesimismo.

Me es imposible contar los pasos por los que fui avanzando hasta querer disfrutar de cada pequeña cosa de la vida, pero si que me gustaría destacar un segundo entre todos estos años. Como comento, es tan sólo un segundo, pero me ha estado acompañando desde entonces. Recuerdo como una mañana iba caminando a clase sin saber que lo que iba a suceder me dejaría un recuerdo de por vida. Era temprano y supongo que iba con cara de sueño pensando en que me esperaba una mañana aburrida. En ese momento me crucé con una estudiante a la que no conocía de nada y al pasar a mi lado me dijo “¡sonríe!”. Fue un segundo, una sola palabra, pero hizo que desde el segundo siguiente mi boca dibujase una sonrisa que duró durante toda la mañana. Cada vez que me notaba preocupado o aburrido recordaba aquella chica y volvía a sonreír. El recuerdo de aquel momento se ha reducido a una palabra y ni siquiera recuerdo si la chica era alta o baja, rubia o morena. Sólo recuerdo que me hizo ser consciente de que estaba serio y que sonreír era tan sencillo como darle la vuelta a la línea que dibujaban mis labios. Muchas veces pienso en si aquella chica tenía por norma animar a las personas con las que se cruzaban y que tenían una expresión seria en la cara, pero lo que está claro es que le costó muy poco conseguir sacarme una sonrisa y es algo de lo que todos podríamos tomar ejemplo. ¿Os habéis planteado lo que conseguiríamos si cada día nos propusiésemos conseguir hacer sonreír por lo menos a una persona?

Todo este rollo era necesario para comentar lo que ha sucedido hoy con nuestro holandés. Tenemos la suerte de disfrutar de cada cosita que hace Luis sin preocuparnos por las que no hace. Gracias a centrarnos en cada pequeña gran cosa que consigue Luis hemos evitado pensar en lo que no puede hacer. Los primeros meses de vida de Luis no sabíamos si algún día llegaría a ver, a poder levantar el cuello, a coger cosas utilizando las dos manos. Aquello podría habernos hundido, pero en lugar de eso decidimos disfrutar al máximo cada nuevo logro de nuestro ángel. Cuando consiguió levantar su cabeza por primera vez lloramos de emoción como los papás que se emocionan con el primer concierto de su hijo. Cuando consiguió coger un juguete con las dos manos nos emocionamos como los padres que ven a su hijo ganar un campeonato de fútbol. Cuando por fin nos demostró que podía ver fue… fue… soy incapaz de compararlo con nada. Desde entonces nuestro holandés ha ido dando pasitos y cada vez hace más cosas. Puede haber cientos de cosas que no puede hacer, pero se nos llena la boca al contar las 25 que ha aprendido a base de mucho esfuerzo y no parar de trabajar. Cada vez que demostramos a alguien que sabe donde están sus pies, que juega a cucu-tras, que levanta la mano cuando preguntamos “¿dónde está Luis?”, que sabe decirnos “te quiero” con una caricia, nos emocionamos como si fuese el niño más listo del mundo.

Todo esto es lo bonito de querer disfrutar de lo bueno que tienes, aunque muchas más cosas que desearíamos tener.

Este post he decidido escribirlo tras haber estado esta tarde con Luis en el médico. La visita de hoy consistía en hacer una evaluación de nuestro peque para ver que nivel cognitivo tiene y en que edad mental y física se encuentra. Para esta evaluación le han estado haciendo muchas preguntas e indicando que respondiese a distintas órdenes para ir anotando sus reacciones, pero la mayoría han quedado sin respuesta. Cada una de esas preguntas sin respuesta nos hacía ser conscientes de todo lo que no hace Luis. Podríamos habernos deprimido por haber visto todo lo que nuestro holandés no es capaz de hacer. Sin embargo, aunque el silencio que ofrecía como respuesta a cada pregunta nos iba entristeciendo, hemos sabido reponernos y pensar en lo bonito que es saber disfrutar de Luis con todos sus logros, aunque le queden muchos todavía por conseguir. Pero no todas las respuestas han sido silencios. También ha habido momentos en los que hemos aplaudido sus acciones y… una sorpresa. Ha habido muchas acciones que no le han llegado a pedir porque nosotros hemos indicado no sabía hacerlas. Sin embargo, el médico nos ha preguntado por lo que hacía Luis cuando señalamos hacia un lugar diciendo mira. “¿Se gira a mirar en esa dirección?”. Luis todavía no es consciente de lo que significa señalar hacia un lugar y no sabe que eso implica la acción de mirar hacia allí, por lo que le hemos contestado que no. Mientras contestábamos, el médico ha señalado la puerta diciendo “¡mira Luis! y Luis se ha girado en esa dirección y ha mirado. Lo normal es que hubiese mirado hacia el médico, que era el origen del sonido, pero no. Nuestro holandés ha mirado hacia el lugar que indicaba con su dedo. Cada día nos demuestra algo nuevo y cada día tenemos algo más por lo que disfrutar.

Si llorásemos porque nuestro peque no es capaz de decirnos con palabras que nos quiere, no podríamos disfrutar de cómo nos dice “te quiero” con caricias ni de como nos da “abrazos de amor”. Luis es un campeón que consigue nuevos logros a base de mucho trabajo. Frente a tanto esfuerzo y trabajo lo único que podemos hacer es sentirnos orgullosos y disfrutar de cada uno de estos logros.

Os recomendaba al principio del post que empezaseis a disfrutar de lo que tenéis en lugar de preocuparos por lo que os gustaría tener. Si te encuentras dos billetes de 50 euros y al llegar a casa has perdido uno de ellos, ¿eres de los que se quejan por haber perdido un billete o te alegras por haber ganado 50 euros?

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Una respuesta a «Valorar, apreciar y disfrutar lo que tenemos.»

  1. Hola.

    Este post estaba en el blog anterior y los comentarios que se muestran a continuación son una copia de los que en su día publicaron los lectores:

    8 COMENTARIOS

    1.
    Pilar:
    13 marzo, 2014 en 20:18
    Es maravilloso sentir un te quiero de Luis, te hace estremecer del sentimiento que percibes con su caricia.
    Poco a poco nos va sorprendiendo con nuevos logros que consigue gracias a su gran fuerza.
    Por supuesto hace tiempo que decidí disfrutar con lo que tengo que lo que tenga que venir ya llegará.
    Besos y felices fallas

    o
    Luis Serra:
    13 marzo, 2014 en 22:32
    Seguro que ahora que ha empezado el colé todavía nos sorprende con más cosas. De todos modos, como bien dices, disfrutaremos con lo que tenemos y lo que tenga que venir ya llegará. De momento bastante tenemos limpiándonos la baba con lo que hace ahora. Un beso!

    2.
    Iris:
    10 marzo, 2014 en 21:40
    Porque una ‘abrazo de amor’ ‘ un beso de pelicula’ i ‘un te quiero’ desde una caricia, vale mas que miles de palabras! Te quiero Luis’

    o
    Luis Serra:
    10 marzo, 2014 en 23:01
    Y pensar que hace unos meses todavía no podíamos disfrutar de esas cosas! Como tu dices, lo importante no es que pueda decir “te quiero” con palabras, si no que pueda transmitírnoslo. Antes lo hacía con la mirada. Ahora ya nos da abrazos y caricias. Mañana… ya veremos con que cosas más nos va sorprendiendo nuestro holandés.

    3.
    Clemen:
    6 marzo, 2014 en 22:37
    Hola Luis. Esta tarde al regresar al pueblo despues de trabajar se me han saltado las lagrimas al ver a tu holandes y a tus italianos esperandole. He tenido q parar mi coche detras del bus de Luis y he visto como lo bajaban con la rampa y lo contento q venia del cole dando palmas. Me he acordado de cuando trabajaba en el cole y no he podido reprimir unas lagrimillas, pero de felicidad, de ver a esa familia tuya q disfruta de cada momento. Detras mio iba una furgoneta (profesional de la carretera). Como tardaba tanto el bus ha empezado a tocar el claxon. Yo no me he podido aguantar. He bajado de mi coche, me he acercado al profesional y, con toda mi educacion (porque la rabia me la he tragado) le he dicho q si mo se habia dado cuenta q era un bus escolar con personitas muyyyy especial. El tio se ha enfadado y ha cogido y se ha ido en direccion contraria a toda velocidad… digo yo q tendria el aceite en el fuego y se le estaria quemando, y solo eran las cinco menos cuarto de la tarde.

    o
    Luis Serra:
    7 marzo, 2014 en 0:04
    Buenas noches Clemen. Que bonito comentario y que curiosa coincidencia que estuvieses justo detrás del autobús de Luis. Hoy era el primer día que sus hermanitos iban a esperar a su tete y mi mujer me ha comentado que ha bajado muy contento. Me ha dicho lo mismo que comentas tu y me ha hecho mucha ilusión volver a recordarlo al leer tu comentario. En cuanto al profesional de la furgoneta, mi mujer también se ha dado cuenta de como tocaba el claxon y de que se ha ido en dirección prohibida. Lo mejor de todo es que lo conocemos y es un chico muy educado, pero el coche nos cambia a todos el carácter y nos volvemos más impacientes. Mañana le preguntaremos si se le quemó el aceite
    Muchas gracias por salir en defensa del autobús.

    4.
    Núria:
    6 marzo, 2014 en 21:25
    gracias por compartir esos momentos de felicidad con nosotros. He pasado por una situación algo similar y lo que dices es cierto, se empiezan a valorar otras cosas que antes no nos dábamos cuenta, y cada pequeño logro, cada gesto es algo que nunca tendrá precio.
    besos y comentaros que esos logros del pequeño gran Luis son motivo de alegría para mucha gente.

    o
    Luis Serra:
    6 marzo, 2014 en 23:47
    Hola Nuria. Muchas de las cosas cotidianas no las valoramos porque no nos paramos a pensar en ellas ni lo que nos costó aprenderlas. Cuando estas cosas se convierten en el objetivo de muchas sesiones de fisioterapia te das cuenta del valor que tienen. Cuando un bebé aprende a sentarse, sus papás se emocionan durante los primeros días, pero luego pierde importancia y se convierte en parte de el día a día. Luis tiene casi tres años y medio y este verano aprendió a sentarse en el suelo. Unos siete meses después seguimos aplaudiendo cada vez que se sienta y pensando con satisfacción que es un campeón. Nos hace mucha ilusión pensar que los logros de nuestro holandés son motivo de alegría para mucha gente. Muchas gracias por tu comentario.

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