El grito que dijo mamá

22 junio, 2016. El grito que dijo mamá

Los gritos de la alegría.

Quince días en Holanda no eran suficientes para poder descubrir sus maravillas. Quince días en Holanda sólo nos permitían ver que desde el primer día no había dejado de llover. Quince días en Holanda sólo nos dejaban ver las caras tristes de los familiares que venían a visitarnos. Quince días en Holanda fueron los que tuvieron que pasar desde que empezamos a temer estar en el país equivocado hasta que nos confirmaron que ese era nuestro destino para el resto de nuestra vida. Esa confirmación vino al compás de los gritos más desgarradores que he escuchado nunca y que siempre guardaré en mi memoria. Gritos de una de las personas más importantes en mi vida y que más quiero, pero que he aprendido a no guardar con dolor. El recuerdo de ese grito saliendo de su boca solo lo guardo para compararlo con las continuas sonrisas que le asoman cada vez que pasea por Holanda. Es curioso ver lo que un grito puede significar según la situación en la que se emita. De momento me centraré en la parte más oscura de los gritos para terminar dándole la vuelta.

Tras quince días en Holanda supe con seguridad que nunca volvería a escuchar un grito tan lleno de dolor como el que escuché en el momento en que nos confirmaron que siempre estaríamos en aquel país. No era un grito fuerte, más bien era un sonido ahogado, pero lleno de dolor. Aquel dolor no era sólo por sentirnos atrapados en un destino al que temíamos haber llegado, si no por confirmar que nuestro paso por allí sería sólo como mero espectador. No querían permitirnos ni siquiera disfrutar de aquel entorno. No entendíamos muy bien a que podían referirse con eso y nos aferramos a buscar el mejor de los escenarios posibles para que nos ayudase a luchar contra aquel dolor. El ser humano es luchador por naturaleza y, aunque creamos que no podemos superar una situación crítica, sin darnos cuenta empezamos a trabajar en superar los obstáculos. Eso hicimos nosotros. Nos dijeron que estaríamos en Holanda para siempre y empezamos a pensar que tal vez podríamos pasear y no sentirnos del todo extraños. Empezamos a pensar que podríamos incluso tener alguna sonrisa durante esos paseos. Sin embargo, al preguntar si todo aquello sería posible nos informaron tajantemente que no. Preguntamos si podríamos ser unos ciudadanos más de aquel país, paseando y recorriendo sus paisajes, pero nos contestaron que nunca podríamos levantarnos de la cama en la que nos tendríamos que acostar. ¿Ni siquiera unos ciudadanos sin apenas recursos pero que puedan dan paseos tranquilamente? No, contestaron. Ni siquiera eso. Aquello fue lo que desencadenó el grito más doloroso que jamás he escuchado. Sin embargo, no estábamos dispuestos a que aquel grito nos contagiase el dolor y tuviésemos que resignarnos. Desde el primer momento, aunque no tuviésemos fuerzas para hacerlo, nos aferraríamos a que aquel grito quedase como un mero recuerdo. Un grito que quedaría en el pasado para permitirnos luchar por disfrutar de Holanda.

Como comentaba al principio del post, es curioso ver lo que un grito puede significar según la situación en la que se emita. Eso es lo que me lleva a centrarme en el otro grito más importante en nuestras vidas. El grito que le da la vuelta a aquella situación tan dolorosa de nuestros primeros quince días en Holanda. Nuestro pequeño holandés nació con la etiqueta de campeón en su pecho y desde el primer minuto se vio obligado a luchar y a ganar batallas para poder enfrentarse a la vida. Pasó su primer mes de vida en el hotel en el que nos hospedamos al llegar a Holanda y allí mismo nos dijeron que nunca sería capaz de nada. Su paso por Holanda se reduciría a estar en una cama. Eso es lo que nos dijeron que teníamos que esperar de él: NADA. Por suerte, hay gente en Holanda que nos supo animar y con ello pudimos hacer oídos sordos a aquellos empeñados en que nos resignásemos. Nos dijeron que estar en Holanda no era malo siempre que pudieses luchar por disfrutar de ese viaje. Siempre que pudiésemos trabajar con nuestro pequeño holandés para superar barreras podríamos sentirnos satisfechos por darlo todo por él. Aquello, independientemente de los resultados, era lo que haría que nos nos viésemos impotentes y no nos resignásemos a verle postrado en un rincón de la habitación. Desde ese momento nos pusimos manos a la obra y empezamos a trabajar con Luis para que sus límites no fuesen solo una cama. Nadie tenía derecho a fijar sus límites y solo él, con sus esfuerzos, sería quien marcaría hasta donde podría llegar.

Buscar terapias, encontrar información sobre su lesión, encontrar a los mejores terapeutas,.. todo se nos ponía muy cuesta arriba y, aunque éramos conscientes de lo importante que era, no sabíamos por dónde empezar. Llegamos a Holanda perdidos, pero sabíamos que teníamos que encontrar el modo de disfrutar del viaje que nos había tocado vivir. Como en cualquier viaje que se organiza, siempre están las personas que disfrutan de él y quien pasa las noches buscando información del país, la cultura, lugares para visitar y los mejores restaurantes para comer. Gracias a esa persona el resto de turistas pueden disfrutar del viaje. Luis, quiero que sepas como hemos organizado nuestro viaje y quien es el responsable de que todo esté saliendo mucho mejor de lo que esperábamos.

Papá tuvo la suerte  de encontrar rápidamente el modo de disfrutar de Holanda, pero mamá fue quien desde el primer momento se centró en buscar todo lo necesario para que el viaje fuese lo más completo posible. Gracias a mamá disfrutamos ahora de Holanda como no nos hubiésemos atrevido a soñar hace unos años. Mamá ha buscado los mejores guías, las mejores rutas, los rincones con más encanto, los monumentos típicos, los mejores compañeros de viaje y una larga lista de cosas que han hecho que no tengamos que ver los paisajes a través de la ventana, si no que podamos pasear en bici, recorrer sus canales y caminar por sus campos como habríamos hecho por Italia. Mamá nunca se ha dado por vencida para encontrar lo mejor para ti. Nunca se ha conformado con lo que está al alcance de su mano y no para ni un segundo de buscar nuevos lugares que visitar para que cada vez podamos disfrutar más de nuestro destino.

Papá ha tenido la suerte de saber ver de forma positiva todo lo que nos va sucediendo y de transmitir a mamá esa visión, pero es mamá a quien debemos todos tus logros. Mientras papá tiene la suerte de poder acunarte por las noches y disfrutar de ese momento hasta que te quedas dormido en mis brazos, mamá está enganchada al móvil buscando información sobre tu lesión, nuevas terapias a las que poder llevarte o materiales didácticos especiales con los que poder trabajar contigo. Yo llevo la parte cómoda y bonita de disfrutar de ti, pero es mamá quien se ha encargado de poner a tu alcance lo mejor de lo mejor para que puedas avanzar.

Nunca te levantarías de la cama, no nos conocerías y posiblemente no podrías ni siquiera vernos. Casi seis años después de aquel grito todo lo que nos dijeron parece ajeno a nosotros. Eres una personita feliz que haces feliz al resto de la familia y que no paras de avanzar. No tenemos ningún objetivo, ninguna meta, solo tu felicidad. Sin embargo, poco a poco vas alcanzando metas que parecían imposibles. Mamá no se cansa de buscar y tú nunca te cansas de trabajar. Hacéis el equipo perfecto y conseguís que nuestra vida en Holanda sea maravillosa. De estar todos tristes por pensar en ti has conseguido que todos estemos orgullosos y te tengamos como ejemplo a seguir. Tu esfuerzo y tesón es lo que lo ha conseguido y mamá ha sido quien ha puesto las herramientas en tu mano para que pudieses hacerlo. Todavía te faltan muchas cosas por demostrar, muchas alegrías por darnos, pero no tenemos prisa por descubrirlas.

Al igual que no queremos ponernos metas, tampoco queremos ponernos barreras, pero somos conscientes de que lo que más complicado tienes es llegar a hablar. Sin embargo, has aprendido a dar los gritos más bonitos que nadie haya podido escuchar. Has aprendido a gritar de alegría y cada vez que gritas nos das la vida. Esos gritos son los que siempre comparo con aquel grito de dolor y son los que hacen que solo quede el recuerdo del grito y apenas haya rastro del dolor.

Mi pequeño holandés, si me preguntasen ahora mismo cual sería mi mayor ilusión, creo que diría que sería poder escuchar tu voz. Si me preguntasen que regalo de cumpleaños desearía para mamá sería que pudiese escuchar de tu boca las palabras que tanto se merece: MAMÁ. Sabemos lo complicado que es, pero no dejaremos nunca de tener ilusión. Últimamente nos da la sensación de que cuando te despiertas llamas a mamá dando una entonación a tus gritos que hacen que parezca que dices esa palabra. Cada vez que nos parezca que dices MAMÁ disfrutaremos como si lo hicieses porque sabemos que, aunque tus articulaciones no te permitan pronunciarlo correctamente, estás llamando a mamá. Pi, puede que llegue el día en que nuestro campeón holandés llegue a decir mamá, pero hasta entonces, cada vez que nos dé la impresión de que lo intenta, quiero que pienses que eres quien más se merece esas palabras. Todos sus logros llevan tu firma y cada uno de sus avances me demuestra que detrás de nuestro campeón hay una heroína, una campeona, una supermamá. Muchas gracias por ser como eres, por estar siempre a mi lado y por compartir la vida con la misma ilusión con la que lo hago yo. Si no fuese así no hubiese conseguido disfrutar de Holanda como lo hago. Hoy es tu cumpleaños y mi regalo quiero que sean estas palabras de agradecimiento y de orgullo para que todos sepan quién está detrás de nuestro campeón. Yo soy quien escribe todo lo que estamos disfrutando con Luis y quien intenta transmitir que todo es tan sencillo como darle la vuelta, pero quien realmente tiene todo el mérito eres tú. Pi, muchas gracias por tantas y tantas horas dedicadas a buscar lo mejor para Luis. Muchas gracias por no cansarte nunca de buscar, por no darte nunca por vencida y por desear tener más y más para nuestro pequeño holandés. Tras aquel grito de dolor que escuchamos hace tanto tiempo hay una bonita historia con un presente muy feliz. Hoy Luis ya te ha dado tu regalo haciéndote ver en la sesión de terapia lo conectado que está y lo atento y trabajador que es. Tal como le has dicho, ese ha sido el mejor regalo de cumpleaños. Espero que mis palabras estén a la altura de ese regalo y que te guste escuchar lo orgulloso que estoy de ti.

Feliz cumpleaños princesa. ¡Hasta el infinito y más allá!

Te amo mi vida. Te quiero mi amor.

Comparte si te ha gustado

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *