¿Tu crees que la procesión va por dentro?

18 de septiembre de 2014. Luis ya consigue gatear.

Nunca he camuflado la pena disfrazándola de alegría.

Parace que fue ayer y ya casi hace un año desde que publiqué el primer post de este blog en el que hablaba de nuestro campeón holandés. La verdad es que la respuesta recibida ha superado lo esperado y las alegrías que nos reporta compensan con creces las horas dedicadas delante del ordenador. Todo han sido buenos momentos, desde disfrutar escribiendo cada línea hasta recibir vuestros comentarios, pero lo más importante ha sido la sensación de normalidad que hemos tenido gracias a expresar en público nuestros sentimientos.

Desde los primeros días de vida de Luis supimos que nuestro campeón siempre sería holandés, incluso temíamos que fuese así antes de aterrizar en Holanda, pero no es una situación que puedas comentar abiertamente con tus amistades y eso crea una sensación de ahogo que no te permite estar totalmente tranquilo. No se trata de no tener confianza con los amigos y conocidos y tampoco de querer ocultarlo. Simplemente se trata de encontrar el momento correcto para hacerlo, pero ese momento nunca llega. Cada uno tenemos nuestra vida y desde que nació Luis hemos tenido menos tiempo para poder compartirlo con los amigos, por lo que cuando llegaba el momento de juntarnos era por alguna celebración. ¿Teníamos que encontrar en esa ocasión el momento para informarles de que nuestro hijo era especial? Imposible. Teníamos una mezcla se sensaciones muy distintas y ello ayudaba todavía menos a saber que pasos debíamos dar. Por un lado pensábamos que no teníamos por que dar explicaciones a nadie de que nuestro bebé era holandés, pero tampoco queríamos que pensasen que nuestra intención era ocultarlo. Queríamos que nuestro círculo de amistades tuviese la tranquilidad de poder preguntar por Luis, pero no queríamos forzar la ocasión para explicarles nuestra situación. El momento de contar algo así a un amigo no es agradable para el que recibe la noticia, ya que siente el dolor que puedes tener y es difícil saber como reaccionar ante una noticia así. Con todas estas dudas y sin encontrar el momento adecuado para hablar de Luis, fueron pasando los meses hasta que decidimos hacerlo público a través de este blog. Nuestro pequeño holandés tenía casi tres años y muchos conocidos siempre nos comentaban lo mismo cuando nos veían pasearlo con el carrito: “pobrecito, está durmiéndose”. Hemos escuchado cientos de veces ese comentario porque Luis tiene una gran hipotonía y apenas tenía fuerza para moverse, pero no podíamos explicar en medio de la calle que no era sueño, si no que Luis era especial.

El objetivo de este blog no era aprovecharlo para explicar nuestro viaje hasta Holanda y que todos los amigos y conocidos quedasen informados de ello. El objetivo era y sigue siendo conseguir que quien lo lea tenga ánimos para darse cuenta de que el mismo problema se lleva mucho mejor con un sonrisa. Sin embargo, lo que hemos conseguido es mucho más que eso. Hemos logrado animar a algunas personas a pensar de modo positivo, pero también hemos conseguido algo que no esperábamos y que nos llegó por sorpresa. Gracias a ir contando nuestros sentimientos y los avances de Luis hemos logrado que nuestro hijo sea un holandés admirado. Una de las cosas que más miedo me daba cuando nació Luis fue pensar en que toda la vida se nos había derrumbado y que a partir de ese momento todos nos verían de forma distinta. Todos nos mirarían con lástima. Todos nos verían como a los pobres papás de un niño con problemas. La verdad es que todo es muy distinto a aquel temor de los primeros días. Ahora nos sentimos afortunados no sólo por poder disfrutar de los avances de Luis si no también por poder tomarlo como ejemplo de superación.  Es verdad que  puede que haya quien piense en nosotros como “los pobres papás de Luis”, pero la mayoría de comentarios recibidos son para decirnos que somos unos luchadores y que podemos estar orgullosos de nuestro campeón holandés”. Y lo estamos.

A parte de estos comentarios, también hemos conseguido de forma inesperada que cada paseo por el pueblo sea muy agradable y que el carrito de Luis reciba muchas visitas para decirle lo campeón que es y lo que les emociona conocer sus avances. Luis ya no es ese bebé que siempre iba durmiéndose en el carro. Luis tampoco es ese niño que temíamos que diese lástima. Luis es ese campeón holandés que puede ir con la cabeza muy alta porque todos los que lo conocen lo admiran.

Escribir este blog me ha permitido también disfrutar expresando mis sentimientos, no sólo dejándolos a flor de piel, si no lanzándolos al vuelo a través de la red para que todo aquel que lo desee pueda leerlos, criticarlos o aplaudirlos. He disfrutado mucho a lo largo de cada uno de los posts y espero seguir haciéndolo durante mucho tiempo, aunque es esto último lo que mas escasea para poder escribir tanto como me gustaría.

Tal vez una de las mayores satisfacciones que he conseguido al redactar nuestras vivencias al lado de Luis han sido los comentarios recibidos. Comentaba antes que hemos conseguido animar a gente a que piense de modo positivo, pero me gustaría profundizar más en este aspecto y resaltar algo que es imposible de valorar. Hemos recibido comentarios de papas que están apunto de llegar a Holanda o que llevan allí poco tiempo y todavía no han conseguido adaptarse a su nuevo destino. Estos comentarios son lo más valioso que podría conseguir y nunca hubiera esperado que pudiese hacerlo. Estos papás, sumidos en un dolor muy profundo que por desgracia hemos conocido, nos escriben para decirnos que les damos ánimos y que nos agradecen todo lo que escribimos porque les ayuda a pensar que algún día llegarán a disfrutar de Holanda como nosotros. La sensación de saber esto es algo tan bonito que no consigo encontrar las palabras que puedan explicarla. Nos da mucha pena leer estos comentarios y pensar en el sufrimiento de esos papás, pero al mismo tiempo nos alegra saber que les damos esperanza. Recuerdo muy bien las palabras que escuché a una mamá en un programa de televisión. Aquellas palabras se quedaron grabadas en mi corazón. Luis era muy pequeño y nosotros no habíamos conseguido todavía adaptarnos a Holanda. Buscábamos el modo de seguir siendo felices, pero el peso de la pena nos lo ponía muy difícil. Esta mamá dijo algo que yo no pude entender en aquel momento. Por suerte, ahora lo entiendo perfectamente y espero que todos los papás que nos leen puedan entenderlo del mismo modo algún día. Fueron unas pocas palabras, pero no dejaré de recordarlas a diario durante toda mi vida. Esta mujer era la mamá de un campeón holandés de veinte años y lo que dijo para definir su situación fue simplemente: “Paso el día contando las horas para poder llegar a casa y sentarme en el sofá abrazando a mi hijo para ver la tele. Ese es el momento más feliz de cada día”. Entonces mi mente sólo sabía imaginar la situación negativa y sólo veía a una madre al lado de un joven con una lesión cerebral sentado en el sofá. La única escena que mi mente era capaz de imaginar tenía unos tonos grises muy oscuros y estaba cargada de tanta pena que no era capaz de entender que aquella mamá fuese feliz. Qué lejos quedan aquellos días en que no era capaz de imaginar la maravillosa visión de un niño que vive en Holanda, que no conoce otro país y es feliz allí, pero además, por fin llega su mamá de un día de trabajo y pueden disfrutar juntos de una conexión que llega a ser mágica y que llena tanto que hace que la alegría se desborde. Ahora que entiendo a aquella mamá es cuando me doy cuenta que estamos en su misma situación y que puede haber papás pasando por el mismo momento que pasamos nosotros pensando que es imposible superar ese dolor y volver a ser felices. Como el reciente caso de una mamá que nos escribió la semana pasada para comentarnos que hace poco que llegaron a Holanda y están todavía con el miedo de saber en que parte de ese país tendrán que vivir. Me llamó mucho la atención porque estaba en una fase por la que también pasamos nosotros y entonces nunca hubiese esperado que llegaría el momento en el que me dirían que debemos sentirnos afortunados por como está nuestro campeón. Al igual que su bebé, durante sus primeros meses Luis no conseguía sostener su cabeza, no nos miraba, no sonreía y ni siquiera sabíamos si podría ver. Todo eso que ahora hemos superado y que disfrutamos con locura eran temores que sufrimos durante muchas y largas semanas. Para nosotros era impensable imaginar que ahora estaríamos disfrutando tanto con cada pequeño pasito de Luis y espero que esa mamá, que nos ve afortunados ahora, también lo sea muy pronto. Esa es la forma positiva en que debemos pensar. Lo que ha logrado Luis no tiene precio y debemos disfrutarlo cada segundo.

Tengo este post en mente desde hace meses y tiene como origen una corta conversación con una de las personas a las que más quiero en el mundo. Recuerdo que me dijo que le encantaba leer cada uno de los posts, pero que se le encogía el corazón cada vez que escribía recordando los malos momentos por los que tuvimos que pasar los primeros meses de vida de nuestro holandés. Yo le contesté diciéndole que por eso me sentía tan feliz, porque lo que estaba en tinieblas en aquellos meses eran ahora días soleados y podíamos disfrutar de lo bien que estaba Luis. Sin embargo, su respuesta fue muy breve: “Si, pero la procesión va por dentro”. Esa respuesta me sorprendió y me dejó sin fuerzas para poder rebatirle nada. Me dejó triste al pensar que, pese a lo que disfrutaba teniendo a Luis al brazo, jugando con él, alegrándose por cada avance, seguía sufriendo por él y por nosotros como los primeros días. Mi alegría por Luis, la forma en que disfruto de él, lo que me emociona cada uno de sus pequeños grandes avances, no dejan espacio para ninguna procesión interna. Todo lo que me hace sentir mi campeón holandés es tan grande, tan intenso, que realmente no siento nada de pena dentro de mi. No se trata de intentar esconder la pena cubriéndola de muchas alegrías. No. Se trata simplemente de que no hay pena. Probablemente podría haberla si me parase a pensar en lo que puede llegar a ser de Luis el día de mañana, pero nunca me ha gustado mirar al futuro si no es para disfrutar. Simplemente vivo el presente, disfruto de lo que Luis ha conseguido y de lo bonito que es vivir a su lado. Viviendo el presente no hay nada que me haga sentir pena y todo lo que me transmite Luis es felicidad. Es una sensación que no hubiese podido imaginar los primeros meses de vivir en Holanda, pero que me encanta y que cada día valoro más. Cada sentimiento plasmado en palabras ha sido muy real y no he buscado en ningún momento camuflar la pena disfrazándola de alegría.

Nuestra estancia en Holanda ha ido pasando por diversas etapas y, aunque pronto nos adaptamos a vivir allí, no fue hasta que recibí un comentario en respuesta a mi primer post cuando me di cuenta de cual debía ser mi sueño. Hasta entonces, aunque ya disfrutaba de los paseos por los campos de tulipanes de Holanda, seguía estando equivocado en lo que tenía que esperar de la vida. Quería con todas mis fuerzas que llegase el día en que pudiésemos salir de Holanda y viajar por fin a Italia, aunque fuese mucho tiempo después de lo esperado. Sin embargo, gracias a aquel comentario cambié el sueño de mi vida. Ya no desearía más que Luis pudiese cambiar de nacionalidad y ser italiano. Eso era una utopía y no me dejaría nunca ser completamente feliz. A partir de entonces mi deseo sería ver a mi holandés feliz sin importarme lo que llegase a conseguir. Si Luis es feliz en Holanda y disfruta de su clima y sus paisajes, ¿por qué me voy a empeñar en que viaje a Italia? Sería un largo y duro viaje que tendríamos que hacer caminando cargados con una mochila, sin apenas comida ni agua y descalzos. ¿Merecía la la pena hacer pasar a Luis por ese viaje? Decididamente no.

En Holanda se vive muy bien y si nuestro campeón no deja de sonreír allí, no necesitamos estar en ningún otro sitio. Gracias a eso, ahora disfrutamos sin pretender llegar más allá de donde nos lleve Luis, siempre que lo haga con una sonrisa. Cada vez que nos mira, nos sonríe o ríe a carcajadas, nos da vitaminas para seguir siendo felices en cualquier destino. Eso es lo más bonito del mundo: saber lo que tienes y disfrutar de ello. Dejar de disfrutar de lo bueno de la vida porque querrías algo mejor sería el mayor error que podríamos cometer. Sin ir más lejos, esta mañana Luis estaba jugando tumbado en el salón y de repente se ha puesto a gatas. Los últimos meses está consiguiendo avanzar unos pocos pasos a gatas para alcanzar algún juguete, pero lo de hoy ha sido mucho más especial. Al ponerse a gatas se ha dirigido hacia su juguete preferido y lo mágico ha sido que ha pasado de largo y ha seguido hacia el sillón en el que estaba sentado mirándolo. Al llegar a los pies del sillón se ha sentado sobre sus rodillas y ha levantado las manos para pedirme que lo cogiese en brazos. ¿Cómo voy a dejar de emocionarme y disfrutar con estas cosas por tener el sueño de que camine algún día? Es impensable dejar de sentir felicidad con estas cosas, ¿verdad? Pues seguiremos haciéndolo y disfrutando de cada pequeño avance sin pensar a donde nos llevarán. Da lo mismo si estamos en Holanda, Italia, España o Japón. Cualquier destino es perfecto si mis hijos son felices.

Comparte si te ha gustado

Una respuesta a «¿Tu crees que la procesión va por dentro?»

  1. Hola.

    Este post estaba en el blog anterior y los comentarios que se muestran a continuación son una copia de los que en su día publicaron los lectores:

    16 COMENTARIOS

    1.
    Yolanda Alcaide:
    23 septiembre, 2014 en 20:56
    Por fin un nuevo post!!! Jejejeje. Ya echaba de menos tus escritos, pero evidentemente el veranito es para disfrutarlo con tu maravillosa familia.
    Ante todo, darte las gracias por el esfuerzo tan grande que haces cada vez que escribes pues el tiempo escasea y mucho!!!
    Bueno…. qué decirte esta vez?? Pues que por enésima vez, me has emocionado y me he sentido identificada con vosotros, pero no sólo yo sino a nivel de familia. Los mismos sentimientos, las mismas dudas, las mismas sensaciones y percepciones, las mismas preocupaciones, y…. cómo no, las mismas alegrías!! MUCHAS ALEGRÍAS!! Parece imposible, a ojos de los demás, que teniendo un hijo holandés podamos hablar de alegrías, de risas, de felicidad, en una palabra y resumiendo, de normalidad…. y, sin embargo, así es!!! Ni pena, ni lástima, ni pobrecitos papás. Muy al contrario, papás y mamás luchadores como la copa de un pino, que disfrutamos de la vida pese a las circunstancias que nos han tocado vivir. Vivimos la vida un “pelín” diferente, eso sí, pero intensamente. Y, qué curioso, a mi tampoco se me ha ocurrido pensar jamás que la procesión va por dentro. Simplemente…. somos felices con nuestros holandeses porque ellos también lo son.
    Un beso enorme para toda la familia!!!

    o
    Luis Serra:
    23 septiembre, 2014 en 23:28
    No puedo estar más de acuerdo. Yo mismo pensaba que tener un hijo Holandés no me permitiría hablar de risas, alegrías y normalidad, pero estos campeones nos enseñan muchísimas cosas y gracias a ellos hemos aprendido a valorar cosas que antes no nos dábamos cuenta que existían. Muchas gracias por tu comentario porque explica de una forma perfecta nuestros sentimientos. Besos.

    2.
    cristina:
    23 septiembre, 2014 en 12:09
    Hola Luis,despues de haberme leido este verano unos cuantos libros,ya no tengo dudas,eres mi escritor favorito.Tu sabes que la frase del post siempre la van a decir, no saben que sois asi,que no escondeis nada.Sois una pareja perseverante,lo oscuro lo volveis claro y el no lo transformais en si.Seguro que dentro de poco tendreis que hacerle a Luis la doble nacionalidad,siempre sera holandes,pero con lo que esta consiguiendo viajara mucho a Italia.
    Seguir con el empeño.Siempre quiero veros como ahora:SONRIENDO.Gracias a vosotros ha cambiado mi vision sobre Holanda.Muchos,muchisimos besos.

    o
    Luis Serra:
    23 septiembre, 2014 en 23:15
    Hola Cristina. Escribir un blog contando una situación personal y hablando de tus sentimientos, abriéndote a todos, hace que las personas interesadas se sientan más cerca de esa situación. Tal vez ese es el motivo de que los posts lleguen a emocionar a algunas de las personas que lo leen, pero… de ahí a que me llames escritor… wow! Creo que me da vértigo pensarlo. Muchas gracias por transmitirme una opinión tan bonita. Me gusta escribir y me encanta que te guste lo que escribo. Muchas gracias también por lo que dices de Luis y por estar abierta y receptiva a cambiar tu visión sobre Holanda. Lucharemos por seguir sonriendo y por convertir lo oscuro en claro. Un beso.

    3.
    Pilar:
    22 septiembre, 2014 en 20:18
    Siempre digo que es un ejemplo de superación a seguir. Que más da estar en un pais que en otro si con su sonrisa y esa mirada tan especial y llena de tanto AMOR hace que se te olvide cualquier problema que puedas tener.
    Luis es tan GRANDE que ante cualquier adversidad se crece y nos arrastra a todos con el.
    Muchos besos y que decirte si ya sabes lo mucho que os quiero.

    o
    Luis Serra:
    23 septiembre, 2014 en 23:02
    Cierto. Muy cierto. Cada sonrisa de Luis nos carga las pilas a todos y si pasa por un problema, sólo ver como lucha hace que todos tengamos fuerza para superarlo. Sabemos lo que nos quieres y sabes que es recíproco. Un beso.

    4.
    María:
    22 septiembre, 2014 en 13:13
    Soy madre primeriza de un italiano de 8 meses y no encuentro las palabras apropiadas para expresar la gratitud que siento por la existencia de este blog. Ójala mi bebe sea tan luchador como Luis.

    o
    Luis Serra:
    23 septiembre, 2014 en 23:57
    Hola María. Muchas gracias por tus palabras y por tu opinión sobre este blog. Espero que aprendas de tu bebé tantas cosas como aprendemos nosotros de Luis.

    5.
    Julia:
    19 septiembre, 2014 en 22:04
    Como no quieres que los demas se fijen en vosotros? Claro que se fijan, nos fijamos, porque sois ejemplo para nosotros, sois referente como papas y tambien como pareja. Me encanta ver lo pendientes que estais uno del otro. Admiracion eso sentimos. Beesooos.

    o
    Luis Serra:
    20 septiembre, 2014 en 2:37
    Julia… ya sabes que somos unos sensiblones de lágrima fácil. Os habéis propuesto que lloremos todas las noches? Ayer fueron las palabras de Ernest. Hoy las tuyas. Pues nada, nos iremos de nuevo emocionados a la cama por leer lo que nos dicen dos GRANDES amigos. Un beso y hasta pronto!

    6.
    Sara:
    19 septiembre, 2014 en 11:38
    Luis es un campeón… y juega en el mejor equipo del mundo, eso hace que avance y que sea muy grande. Ojalá todos los holandeses tuviesen el mismo equipo detrás. Yo dia tras dia intento copiaros, para que mi holandes tambien juegue con los mejores.
    Una vez más GRACIAS … tus palabras siempre me enseñan a ver otro camino.

    o
    Luis Serra:
    20 septiembre, 2014 en 2:32
    Hola Sara. Un jugador no hace un equipo, pero un CRACK si que es capaz de que todo su equipo esté motivado y pueda ganar la liga. Todos los holandeses son auténticos CRACKS y seguro que el tuyo juega ya con los mejores. Muchas gracias a ti por darle sentido a este blog.

    7.
    Fernando:
    19 septiembre, 2014 en 10:36
    Ese momento ha tenido que ser muy especial, y me emociono de alegría solo imaginándome el momento en el que pasa su juguete y te pide tus brazos.

    o
    Luis Serra:
    20 septiembre, 2014 en 2:20
    No te puedes imaginar lo intenso que fue ese momento. Cuando vi que gateaba me alegré. Cuando vi que dejaba el juguete y seguía adelante empecé a soñar. Cuando confirmé que mi sueño se iba a hacer realidad tuve que sujetar fuerte mi pecho para que no saliese disparado el corazón. Y además, tuve la suerte de que Pilar estuviese viéndolo para poder compartir con ella ese mágico momento. Un abrazo!

    8.
    blanca:
    18 septiembre, 2014 en 21:42
    Es impresionante donde ha llegado, y si ha llegado hasta ahí no le será dificil llegar más allá. Teneis que tener el corazón enorme para poder archivar cada segundo de superación.

    o
    Luis Serra:
    18 septiembre, 2014 en 23:05
    Si el tamaño del corazón dependiera de eso se nos saldría del pecho. Luis no ha dejado de superarse desde que nació y, pese a lo difíciles que se le han puesto las cosas con sus problemas digestivos, sigue avanzando día a día. No nos hemos puesto nunca metas ni objetivos, simplemente ir pasito a pasito, aunque sean pequeños, pero siempre adelante y disfrutando. Un beso muy fuerte para los cuatro!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *